Estudio de la Universidad Católica:

PAMELA CARRASCO T.

El enojón que sólo muestra poder, el buena onda, el formador, el del ramo difícil o el que no se mueve ni un milímetro del reglamento escolar. Cada profesor va adquiriendo en el día a día sus propias tácticas para ejercer la autoridad. Así lo muestra un estudio realizado por los académicos de la Facultad de Educación de la Universidad Católica, Guillermo Zamora y Ana María Zerón.

Los investigadores, a través de cuestionarios anónimos a más de 400 estudiantes (hombres y mujeres) de 2° medio de cinco establecimientos de grupos socioeconómicos medio-bajos de la ciudad de Santiago, les preguntaron cuál es el profesor al que más obedecen sus compañeros y por qué.

Las respuestas sorprenden. Y ponen en evidencia que en la práctica cada docente va construyendo sus estrategias para poner orden en la sala de clases.

Enfrentados a la pregunta de a quiénes obedecen más, el 20% de los estudiantes dijo que a los que aplican justa e implacablemente la ley. Este es el típico profesor que se apega al pie de la letra a lo que está escrito en el reglamento escolar y de ahí no se mueve. Tampoco tiene favoritismos ni hace distinciones con nadie.

Según el estudio, los jóvenes ven a estos profesores como confiables y entienden que sus normas son justas y conocidas.

El modelo menos mencionado por los alumnos (4,7%) es el del profesor que funciona a través de exigencias morales. O sea, que trata de que los estudiantes aprendan normas y valores que les servirán para la vida. Es el formador a la antigua, el maestro. “Nos reta para darnos a entender que nuestro futuro se ve desde ahora”, dice una estudiante de 15 años.

Otra de las formas en que los profesores ejercen el poder es a través de una enseñanza rigurosa y exigente. Esta estrategia fue nombrada por el 17,3% de los estudiantes y alude a docentes que concentran todas sus energías en que los niños aprendan. Por eso explican claramente la materia y siempre les piden a los alumnos que se concentren en la clase.L

os estudiantes valoran y agradecen este modelo, porque sienten que el profesor está comprometido con que aprendan y tratan de hacer clases dinámicas.”Obedecemos porque nos explica todas las veces que sea necesario, la clase es rápida y entretenida. Ojo, entretenida, no desordenada, ni mala; al contrario, es la mejor de las clases”, dice un joven de 15 años.

A juicio de los académicos, esta es la mejor forma de asumir el liderazgo en una clase, porque centra la autoridad en ofrecer oportunidades de aprendizaje.

“Este profesor ‘vende’ muy bien su materia y logra que los niños sientan que importa aprender lo que él está enseñando. Se genera un aprendizaje significativo, el profesor logra que el contenido tenga sentido y que el alumno se vuelva más autónomo”, dice Ana María Zerón.

Los extremos

Claro que estos no son los únicos tipos de autoridad a la que obedecen los escolares. El 17,3% de los jóvenes confiesa que en el curso le hacen caso al profesor que usa el temor ante el poder discrecional. O sea, al que se impone gritando más fuerte y dominando al curso porque tiene el poder del castigo y lo usa a su antojo. Incluso los niños lo llaman “corrupto”, porque no sienten que sus reglas sean justas, sino que manipuladas a favor del profesor.

Aquí la sala de clases se transforma en un ring, donde hay vencedores y vencidos. El profesor obedecido gana esta batalla y domina a los alumnos mediante la técnica del terror.

“A ese profesor el alumno lo obedece ‘para evitarse problemas’. Este profesor-amo tiene una mirada paternalista, de patrón de fundo”, explica Zerón.

Al otro extremo del péndulo están aquellos docentes que apelan a los vínculos afectivos que generan con sus estudiantes. Los niños lo describen como el clásico profesor cariñoso, preocupado por ellos, buena onda y que se basa en esa relación de estima para pedirle obediencia a los alumnos. Si éstos le fallan, el vínculo tambalea.

Lo interesante es que este modelo es el único que presenta diferencias de sexo y es más obedecido por las mujeres (16,4%) que por los hombres (11,5%).

“Es interesante que el liderazgo afectivo parece ser mucho más frecuente hacia ellas, porque se asimila más a una conquista amorosa que a una relación educativa. Un alto porcentaje de las alumnas dice obedecer a un profesor porque es caballero, empático y las escucha”, dice Guillermo Zamora.

Los desafíos

Si bien este tipo de autoridad resulta muy tranquilizadora para los niños, para el académico no es lo más recomendable, porque las demandas del profesor aparecen algo difusas y la relación no se centra en el saber. “Puede ser perverso en las relaciones pedagógicas”, dice Zamora.

A juicio de los investigadores de la UC, esto demuestra que la autoridad del profesor no se ejerce de una sola manera y es algo que se construye según las estrategias de cada profesor. Sin embargo, algunas son mejores que otras. Mientras que las de los profesores que apelan a los lazos emocionales y los que usan su poder arbitrariamente están centradas en la “supervivencia” de los docentes, los otros modelos posibilitan el aprendizaje.

“Estos modelos favorecen la autonomía de los estudiantes y su proceso de aprendizaje, especialmente la estrategia del profesor que centra su autoridad en la enseñanza rigurosa, ya que la relación entre el docente y el estudiante está centrada en el saber”, agrega Zerón.

Lo importante, a juicio de los docentes, es que este estudio muestra que la autoridad del profesor no está “ganada” de antemano ni dada sólo por el hecho de pisar el colegio, como ocurría antiguamente, sino que se debe construir.

“El problema es que los profesores llegan a la escuela sin tener una preparación inicial para ejercer autoridad. Eso poco se estudia en la universidad, pero el campo lo demanda y lamentablemente los profesores deben construir este rol en solitario, porque no es fácil decir frente a los colegas ‘me sobrepasan mis alumnos'”, añade Zamora.

“9,9% de los alumnos encuestados dice responder sólo a sus profesores jefes, sin cuestionarse ni explicar el porqué”.

“Lo que dicen los alumnos”

Es la señorita que nos habla de que tenemos que mejorar siempre como seres humanos”. (Acerca del maestro que se basa en exigencias morales).Hombre de 16 años.

“La profesora es buena onda y nos dice que no le gusta ser pesada, y que ‘si ustedes me tratan bien, nos podemos entender’ “. (Sobre el profesor que establece vínculos afectivos).Hombre de 15 años.

“Su mal genio y actitud hacen que mis compañeros le obedezcan a pesar de ser un profesor que no se soporta”. (Respecto del docente que usa el temor e imponer su poder).Mujer de 15 años.

“Le obedecemos porque ella es muy buena profesora y quiere que nosotros seamos buenos estudiantes”. (Acerca de quien se basa en la enseñanza rigurosa).Hombre de 15 años.

“Es estricto y respetuoso. Si alguien hace desorden, le cita al apoderado”. (Respecto del profesor que aplica de manera justa los reglamentos).Hombre de 15 años.

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